Un lindo gato blanco con una camisa está sentado en un escritorio de computadora, con un fondo amarillo, al estilo de Sarah Andersen, minimalista.
Más allá de lo informe, persiste un vacío más profundo, un torbellino interminable, una vasta inconformidad, un enigma cósmico, una bruma infinita.
Fondo rojo chino sólido con una sutil textura de patrones florales bordados, detalles dorados que asoman, ofreciendo una sensación elegante pero moderna.