Un desierto surrealista de olas de oro líquido chocando contra monolitos de obsidiana, con un cielo de galaxias de colores pastel que giran, onírico y audaz.
Un campo de batalla celestial donde ángeles armados chocan con bestias sombrías, sus armas chispeando con azul eléctrico y carmesí.
Una ciudad ciberpunk futurista al anochecer, con luces de neón reflejándose en calles mojadas, anuncios holográficos flotando en el aire y vehículos futuristas que pasan a toda velocidad, energía oscura pero vibrante
Rukia Kuchiki, con un vestido blanco y cabello blanco, está de pie contra el fondo de edificios de hielo, balanceando una katana y mirándola, mientras la nieve vuela.
Espacio de estudio limpio, paredes blancas, estanterías de madera, plantas en macetas, iluminación natural, fotografía arquitectónica